Raks Sharki

La serpiente es un símbolo ancestral cargado de significado. Se identifica con la energía sagrada, infinita, que no tiene principio ni fin. Es un movimiento continuo que se desarrolla de forma curva y continua, en este sentido, es análogo a la forma espiral. La serpiente muda su camisa y por ello es símbolo de regeneración y continuidad de la vida.

La serpiente viene simbolizando cualidades positivas desde tiempos muy pretéritos. Se la ha relacionado no sólo con la continuidad del ciclo vital, sino con la conexión con el Más Allá. Siempre se la ha considerado como símbolo de sabiduría, llegando a alcanzar esta identificación connotaciones negativas. (1)

 

Ya desde las primeras representaciones artísticas del hombre, las formas serpenteadas toman especial protagonismo. Se han encontrado muchos relieves y dibujos que representan símbolos acuáticos. Se la considera en muchas culturas la protectora de los manantiales.

 

La energía infinita y renovable de toda la naturaleza está representada en la forma y movimiento de la serpiente. Se ha venido simbolizando mediante plasmación de meandros, círculos, espirales…
También el arte de la danza, como veremos, expresará el poder femenino a través de la curva, el movimiento infinito, aparentemente imposible y mágico, hipnótico. El moverse que conserva la energía vital y la retroalimenta. Será un elemento de base compartido por todas las danzas del presente estudio. En la Danza Oriental se conservará como elemento enigmático y embrujador, haciendo de la transición serpenteada y el movimiento ondular las características principales de este baile.
En consonancia con el elemento femenino, recordemos que la zona pélvica era importante en la danza porque lo era en el propio rito. Uno de los hechos más significativos ligados a esta zona corporales el parto de la mujer. Nos han llegado muestras de que este momento estaba revestido en Egipto de un carácter trascendental. El parto era un acontecimiento ritual, y estaba acompañado
de danza.

 

Cuando llegaba el momento del parto, amigas de la futura madre la acompañaban fuera de casa y “generalmente se colocaba en cuclillas y se sujetaba sobre cuatro ladrillos que se consideraban mágicos”. La figura sacerdotal estaba siempre presente. Llama la atención que estos ladrillos formen parte del rito del parto. La explicación tiene que ver directamente con los elementos que componen los ladrillos. Como vimos, el Nilo es sagrado y representa la unión de lo femenino y masculino, es fuente de vida, también el responsable de su mantenimiento. Pero el carácter sacro no alcanza sólo al río sino a la noción de “húmedo”. El barro es un material esencial que está formado por los principios de lo masculino y femenino, a través de la mezcla de agua y tierra. De esta forma, encontramos su presencia en ritos egipcios antiguos, algunos, como en el caso del parto, vinculados directamente a la mujer. Como ella, el barro es fértil y mantiene el ciclo vital.
De barro estaban hechas también las figurillas representativas de lo femenino que se encontraron en la zona del actual Egipto y que datan aproximadamente de unos 4.000 años a.C. Cabe destacar en este caso que poseen una fisonomía de vientres dislocados, es decir, imagen de realización de un movimiento que llevaba esta zona corporal a una ubicación o posición distinta a la habitual, y que muchas de ellas tienen grabada o dibujada una luna sobre el vientre.
La luna es otro antiguo símbolo asociado a la fertilidad. La luna tenía pues una gran carga significativa dentro de los rituales, porque representa el poder de la fecundidad. Era símbolo de la diosa, ya antes de la Edad Antigua, y continuó personificando a la divinidad femenina, como en el caso de la propia Isis. Existía una festividad en Egipto llamada “La entrada de Osiris en la Luna” según la cual “Por esto, al considerar la potencia de Osiris en la Luna, dicen los egipcios que este dios se une con Isis, que es la fuerza productora. También llaman a Isis madre del mundo”.
La luna se asocia al ciclo y a la mujer por muchas razones, conectadas entre sí. La luna es luz y oscuridad durante el mismo mes, representa la rivalidad de conceptos opuestos que tiene que existir para la perpetuación de todas las cosas. El ciclo lunar coincide con el ciclo natural de la mujer, con el patrón temporal de su menstruación y momento apto para la reproducción. Está, por ello, relacionada con el misterio de la vida.
Esta periodicidad que se manifiesta en el cuerpo femenino a través de una hemorragia natural, causó la admiración e incluso sacralización de la sangre menstrual. Hay quien afirma que era tan valorada que el hombre llegó a sentir deseo de imitar esta sangre mediante métodos como la circuncisión.
La sangre tenida por sagrada y usada en antiguos rituales, llegó con el tiempo, coincidiendo con el detrimento del valor social de la mujer, a convertirse en un tabú. Pasó de ser considerada un hecho en cierto modo ‘admirable’ a tornarse algo que debía ser ocultado y restringido a la mera intimidad. “En ocasiones se afirma que los sacerdotes inventaron los sacrificios y los tabúes menstruales para evitar el empleo de sangre femenina en rituales que en otra época recaían en las sacerdotisas”.

 

Otros elementos ligados históricamente al pudor, como pueda ser el desnudo del cuerpo, en el Antiguo Egipto eran comúnmente aceptados. Y así lo percibimos en las ilustraciones que nos han llegado. Además, la danza ritual en la que los bailarines estaban desnudos era frecuente. Por lo que la naturaleza del cuerpo humano seguramente tenía un fuerte componente espiritual.
En conclusión, en lo que al origen y formación del concepto de Danza Oriental se refiere, el movimiento pélvico no es originario del Antiguo Egipto. Hemos visto que es una característica universal de la génesis de la danza.
Sí es cierto que la ondulación se desarrolla en las danzas egipcias, que se enmarcan en la esfera de lo ritual. Y es muy interesante que esta ondulación se realice dentro del propio eje gravitacional. Esta forma de moverse está claramente vinculada a la regeneración de la energía, al redondeo del ciclo constante, al movimiento infinito de la serpiente. Además, el carácter ritual del baile sigue manteniendo la polarización de las partes del cuerpo. La simetría y preocupación por los dibujos simétricos tiene que ver con la búsqueda del efecto visual, con una intención estética que se incrementa en este momento, y que contribuye a la disociación y trabajo de las partes del cuerpo, hasta la cabeza y el cuello.

Es otra forma de separar para volver a unir. El cuerpo es dual pero es una unidad. El arte integra al hombre. Las propias sociedades se estructuran a partir de la fusión y el mestizaje.

 

Fuente: “Fusión. El Universo que danza” de Patricia Passo


(1) En la tradición Judeo-Cristiana, así como en el Islam, se la llegará a identificar con Satanás. En el Génesis, la serpiente (símbolo oriental de astucia y magia) tienta a Eva, la primera mujer, para que pruebe el fruto prohibido del árbol del conocimiento del bien y del mal.

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